Apenas cinco días después de la llegada del Guadiana a Griñón, siguiendo el cauce natural del río, la tierra se tragaba toda el agua que proporcionaba, verdaderamente, el Azuer. El afluente había perdido vigor estos días, y pese a que llevaba un buen caudal, este se perdía en el ojo de La Peñuela. La bajada del nivel de las aguas dejaba al escubierto el auténtico "campo de minas" en que se había convertido el cauce del Guadiana a las puertas del Molino de Gríñón.
martes, 2 de marzo de 2010
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